Con exhaustivo y entretenido ensayo de la historiadora Inés Quintero

La Oficina Cultural de la Embajada de España en Venezuela presentó el 1° de este mes el libro Humanistas Españoles en Venezuela, El Aporte de la Migración Española del siglo XX, una compilación del sociólogo Tulio Hernández que incluye ensayos sobre Manuel García-Pelayo (por Ricardo Combellas), Pedro Grases (por Francisco Javier Pérez), Manuel Pérez Vila (por Inés Quintero),  Juan David García Bacca (por Benjamín Sánchez),  Juan Nuño (por Ana Nuño),  Federico Riu (por Fernando Rodríguez), Ángel Rosemblat (por Irma Chumaceiro) y Marco Aurelio Vila (por Antonio De Lisio).

Manuel Pérez Vila y su obra son recordados en una publicación sobre el aporte de los intelectuales españoles en Venezuela durante el siglo XX
Manuel Pérez Vila y su obra son recordados en una publicación sobre el aporte de los intelectuales españoles en Venezuela durante el siglo XX

Se trata de un libro que, en palabras de su compilador, “… tiene como trasfondo la gratitud y la generosidad. En doble vía. Habla, de una parte, del agradecimiento que sentimos muchos venezolanos por el gran aporte que, en el campo de la creación intelectual, la vida académica y el desarrollo cultural, hicieran con gran generosidad muchos de los españoles que emigraron hacia nuestro país entre las décadas de los cuarenta y cincuenta del Siglo XX, huyendo en su mayoría de las adversidades de la Guerra Civil iniciada en 1936. / Y de la otra, del agradecimiento inverso. El que manifestaron a lo largo de su vida, con su obra, su compromiso intelectual y su generosidad y entrega al país, decenas de académicos, científicos, empresarios, comerciantes y trabajadores que vinieron a Venezuela y se integraron y reforzaron el proceso de modernización iniciado, según Mariano Picón Salas, a raíz de la muerte de Juan Vicente Gómez, casualmente ocurrida también en 1936…”. Finaliza su prólogo este presentador resaltando el profundo cariño y admiración “… que gravita como atmósfera afectiva en los ocho textos”, que son sin duda el fruto de una conexión emocional de ocho maestros con ocho discípulos.

Pero nos ocupa en esta nota resaltar el exhaustivo y entretenido ensayo que hace Inés Quintero, Directora de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela y Miembro de la Junta Directiva de la Fundación John Boulton, sobre Manuel Pérez Vila, quien fuera Director de Investigaciones  de esta fundación entre los años 1957 y 1983. En su trabajo, hace Quintero un recorrido por los aportes de ese hombre ejemplar, que comenzaron a su llegada a Venezuela, en 1948, cuando se incorpora al proyecto editorial de las Obras Completas de Andrés Bello, desplegadas en la Biblioteca Nacional y las Bibliotecas de las Academias de  la Lengua y de la Historia, que incluyen además los artículos en publicaciones periódicas venezolanas y chilenas; responsabilidad que comparte con Pedro Grases, con quien mantuvo una amistad plena de afecto y cooperación hasta el final de sus días. En 1950, de la mano del historiador Vicente Lecuna, se vincula al Archivo del Libertador y colabora en la preparación de sus índices y en la revisión, catalogación y elaboración de losíndices de los documentos de José Rafael Revenga, secretario y cercano colaborador de Simón Bolívar; la bibliografía de José Rafael Revenga, publicada en 1953 por la Fundación Mendoza, es un fruto colateral de sus labores en ese archivo. Otras obras de esa época fueron la selección, prólogo y notas de Bolívar y su Época, Cartas y Testimonios de extranjeros notables y, en colaboración con Vicente Lecuna y Ester Barret de Nazaris, La Casa Natal del Libertador.

No cesa su actividad en archivos; en 1955, junto con el padre Jaime Suriá, forma parte de equipo que organiza y cataloga el Archivo Eclesiástico de Caracas – hoy Archivo Aquidiocesano – repositorio de información clave para estudiosos de la historia y la realidad nacional, especialmente en las épocas de la Colonia y todo el siglo XIX. Luego, a partir de enero de 1956, por iniciativa de Pedro Grases y con el apoyo de la Fundación John Boulton, fundada por Alfredo Boulton en 1950 y dirigida por él mismo hasta su muerte, en 1995. Manuel Pérez Vila se encarga de la selección y reproducción de la documentación relacionada con Venezuela y referente al período de la Gran Colombia, cuyo producto fueron 210.000 fotografías de documentos que se reprodujeron en formato microfilm. Antes de viajar, Pérez Vila tomó la decisión de hacerse venezolano. A partir de 1957, una vez concluida la selección de la documentación, Pérez Vila se mantuvo como Director de Investigaciones en la Fundación John Boulton; un fructífero período de su vida, 26 años que incluyeron la preparación del catálogo de la Sección Venezolana del Archivo de la Gran Colombia, en colaboración con Marina Vega y Cira Naranjo de Castillo, la coordinación del Boletín de la Fundación John Boulton, dedicado a temas históricos (1962-1978), la organización del Archivo Histórico de la Fundación y la participación en la obra colectiva Política y Economía en Venezuela 1810-1976, que reúne importantes aportes historiográficos sobre el proceso histórico venezolano.

Paralelamente, Pérez Vila colaboraba con proyectos de gran envergadura, como el índice de la Memorias del General O’Leary (1957), en cuyos 32 tomos debían los investigadores sumergirse sin ayuda alguna, hasta que Pérez Vila, con “… paciencia, sistematicidad y capacidad de trabajo…”, como nos relata Quintero, elaboró más de 26.000 tarjetas, agrupando y organizando por orden alfabético y cronológico, hasta producir el índice, además de corregir numerosos errores que tenía la edición original que databa del siglo XIX y de incorporar una gran cantidad de notas aclaratorias y explicativas para rectificar inexactitudes. En ese mismo año publicaba el libro Vida del General Daniel Florencio O´Leary. Primer Edecán del Libertador, con el que había ganado el concurso convocado por la Sociedad Bolivariana para conmemorar el centenario de la muerte del importante personaje.

Su reconocido conocimiento sobre Simón Bolívar, dada su experiencia en fuentes directas como el Archivo del Libertador, el Archivo Nacional de Colombia, las Memorias del General O´Leary y otras fuentes referidas al período independentista y a la actuación de Simón Bolívar, tenía como lógico desenlace la publicación de importantes obras referidas al Libertador, como la compilación del Tomo XII de las Cartas del Libertador (1959), que continuaba la labor iniciada por Vicente Lecuna, Acotaciones Bolivarianas, Decretos Marginales del Libertador (1960) y el folleto La Biblioteca del Libertador (1960). A partir de 1962 forma parte de la comisión editorial encargada por la Sociedad Bolivariana de preparar y publicar los Escritos del Libertador, participando en la preparación de los primeros trece volúmenes de la colección. En 1968 publica Simón Bolívar, Síntesis Biográfica, del que se hicieron numerosas reimpresiones y traducciones al inglés, árabe, portugués y francés; al año siguiente hace un estudio pormenorizado del borrador del Discurso de Angostura de 1819. 1971 recibe la publicación de uno de sus estudios más notables, La Formación Intelectual del Libertador, que se adentra en los autores y lecturas realizadas por Bolívar a partir de la revisión de sus textos, documentos y correspondencia. El primer tomo de la Biblioteca Ayacucho es la Doctrina del Libertador (1984), a partir de la compilación, con notas y cronología por Manuel Pérez Vila y prologado por el historiador Augusto Mijares. Durante la década de los 80 del siglo pasado, su creación editorial alrededor de la figura de Bolívar no se detuvo.

Una vida de producción ininterrumpida, dedicada a la vida, circunstancias, obra y pensamiento del Libertador lo avalan para que, en 1983, en la Celebración del Bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar, se convirtiera en curador y figura fundamental de la Exposición y de uno de los actos centrales del festejo.

Otros personajes de nuestra historia, otros temas y problemas también atrajeron su atención, dedicando importantes trabajos, unos a título personal y otros en colaboración, a José Antonio Páez, Francisco de Mirada y Antonio José de Sucre. Para el sesquicentenario de la Independencia compiló para la Academia Nacional de la Historia el Epistolario de la Primera República, elaboró el Estudio Preliminar de los Memoriales sobre la Independencia de Narciso Coll y Prat y fue coordinador de la Edición Facsimilar de la Gaceta de Caracas, también para la Academia Nacional de la Historia.

En colaboración con Pedro Grases prepara entre 1960 y 1962 la colección Pensamiento Político Venezolano del Siglo XIX, una iniciativa del historiador Ramón J. Velásquez incluida entre las actividades editoriales para la celebración del sesquicentenario de la Independencia, que incorporó textos de los más importantes pensadores y protagonistas políticos de esos años.  Entre 1962 y 1963 publicó importantes compilaciones de temas variados como Tomás Lander. La Sátira Política (1831 – 1845), Documentos sobre a candidatura de Antonio Leocadio Guzmán (1845 – 1846) y La Oposición Liberal en Oriente. Editoriales de El Republicano (1844 – 1846). Los dos volúmenes de las Actas del Cabildo Eclesiástico de Caracas, publicados por la Academia Nacional de la Historia, datan también de esos tiempos.

También tuvo una copiosa producción de artículos en su columna semanal “Pulso de la Historia”, en el diario El Nacional, que acompaña su incansable labor docente en importantes universidades del país, así como de profesor visitante de la Universidad de Barkeley  (1967) y en el Saint Anthony´s College de la Universidad de Oxford (1975).

Fue su última gran obra la conducción y conclusión del Diccionario de Historia de Venezuela (1987) de la Fundación Polar, un notable esfuerzo de producción colectiva, obra de referencia y ambicioso proyecto que duró más de diez años, con la participación de 350 especialistas y un equipo constituido por historiadores, documentalistas, informáticos y personal de apoyo, que no tiene parangón en el país.

En palabras de Inés Quintero, Manuel Pérez Vila “fue un entusiasta promotor, divulgador y estudioso de la Historia de Venezuela; conocedor incansable de sus archivos; organizador acucioso de sus fuentes documentales, hemerográficas y bibliográficas; apasionado investigador de la obra y vida del Libertador y de la Independencia y del iglo XIX. Quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo y trabajar con él, contamos siempre con un interesado, generoso y afable interlocutor, siempre dispuesto a compartir sus saberes y experiencia para facilitar, ampliar y enriquecer el conocimiento de nuestra historia”. Así era y así lo recordamos.

 

 

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