La Fundación John Boulton destinó la Sala No. 3 para hacer exhibiciones temporales de su colección de vajillas. Una colección de porcelanas, lozas y cerámicas que comprende, aproximadamente 1.587 piezas, procedentes de Francia, Holanda, Inglaterra, Austria, Checoslovaquia, España, Alemania, China, Japón México, Estados Unidos, Venezuela, entre otros países, y producidas en diferentes épocas. La colección reúne piezas de diferente origen, desde azulejos de la Catedral de Santo Domingo (La Española), la primera que se edificó en América; azulejos de Triana llevados a la isla de Cubagua, donde se encontró la primera gran riqueza en las Indias Occidentales; piezas de vajillas de diversos caracteres, orígenes y usos, pertenecientes a personajes y familias de Venezuela, o relacionadas con ellos, hasta objetos conmemorativos de la Guerra de Independencia, así como piezas de vajillas que pertenecieron al Libertador.
Las vajillas, esos delicados objetos cotidianos, nos brindan el apacible discurso de la vida familiar. Son piezas que han pertenecido al dominio del hogar, hablan de la delicadeza de momentos muy íntimos, de esa dispuesta permeabilidad hacia los amigos, de herencias y legados llenos de sentido y significación, de fragilidad que se preserva… A través de las vajillas se llega a aquellos que las adquirieron y las conservaron, no importa que se trate de hombres de gestas cotidianas o héroes de alcance universal. De allí la importancia de la colección de porcelanas, lozas y cerámicas de la Fundación John Boulton, escogidas y reunidas con el correr de los años, de los siglos, y consolidada en una de las más importantes muestras de objetos de la vida cotidiana en Venezuela.
La muestra que ahora se presenta en la Sala No. 3 del Museo de la Fundación John Boulton incluye un conjunto de 30 piezas de servir, por eso se llama “La mesa está servida”… se trata de piezas para aglutinar, para reunir y para hacer de cada comida una oportunidad para la convivencia… una invitación a la reflexión sobre la importancia que tienen esos rituales renovados diariamente en el abrigo de nuestras moradas.
