Naves escoltas del Libertador

 
El bergantín El Caracas y la repatriación de los restos del Libertador

 

Cuando en 1842, por decisión del gobierno del general José Antonio Páez, se decidió repatriar los restos del Libertador desde Santa Marta, Colombia, a La Guaira, se hizo una restitución al Padre de la Patria y al país mismo; los restos fueron inhumados en la Catedral de Caracas, donde se mantendrían hasta la inauguración del Panteón Nacional, durante el gobierno del general Antonio Guzmán Blanco. Realizados los contactos pertinentes con el gobierno colombiano, se envió al doctor José María Vargas como líder de la comitiva para realizar el traslado a la goleta Constitución, escoltada por el bergantín El Caracas y la fragata francesa Circe.

 

El bergantín El Caracas pertenecía a la Red D Line, que fue la más importante conexión de transporte marítimo entre los Estados Unidos y Venezuela desde 1820 hasta 1936. Las naves de la línea ondeaban una bandera que mostraba una D impresa en color rojo y que recordaba que su fundador fue el norteamericano John Dallet, un comerciante de Filadelfia involucrado desde muy temprano en su vida en el negocio del comercio marítimo, junto a su hermano, que había llevado cargamentos de café venezolano y cuyos envíos se remontaban a los inicios del siglo XIX. John Dallet viajó a Venezuela en 1823, donde no sólo avizoró oportunidades, sino que con el tiempo estableció vínculos de amistad y comerciales con el influyente comerciante John Boulton Townley. El negocio entre ambos no se limitó a los contratos de transporte de las mercancías que Boulton importaba desde los Estados Unidos o a los productos que éste exportaba hacia la nación norteamericana desde La Guaira, sino que fundaron una casa comercial y se asociaron en el manejo de la línea.

 

En sus primeros tiempos, la casa Dallen & Boulton efectuaba la mayoría de sus compras en el mercado caraqueño a través de la agencia que mantenía esta firma en la capital. Las mercancías bajaban al puerto por el empinado camino real a lomo de mula, trasportando alrededor de 115 kilos cada vez. Los sacos y las cajas que contenían las mercancías de exportación abandonaban la casona de piedra de la aduana en pequeñas chalanas, ya que los buques no podían fondear en el puerto por falta de un rompeolas. Con el tiempo se acondicionaría el puerto para un comercio más intensivo y con naves de mayor calado.

 

Después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia, el Presidente José Antonio Páez se esforzó en crear sólidas normas de comercio internacional. Aunque las naciones europeas disfrutaban de impuestos más reducidos, una vez firmado el tratado de comercio y amistad entre los Estados Unidos y Venezuela, en 1835, los Estados Unidos ocuparon el primer lugar en el comercio internacional de Venezuela.

 

Cuatro años después de haberse efectuado el tratado, una nueva bandera ondeó en las aguas del Caribe. El bergantín “Orion”, de 159 toneladas, ostentaba en su mástil principal el emblema de la D roja. Era su primer viaje a La Guaira bajo este distintivo, que anunciaba la formación, en Filadelfia, de una nueva línea de barcos mercantiles de la firma Dallett Hermanos. La Línea D Roja facilitó las crecientes importaciones de jabón, harina y vinos, y las exportaciones de cueros, café y añil desde La Guaira, y después de 1839, desde Puerto Cabello, que efectuaba la firma Dallett, Boulton y Cía.

 

A los bergantines “Orion”, “Rowena” y “Caracas” vinieron pronto a sumarse buques mayores, de tres mástiles, aparejados a la manera de barcas. Estos eran el “Lydia Ann”, el “Venezuela”, el “Páez” y el “Thomas Dallett”, con un máximo tonelaje de 265. Todos habían sido construidos especialmente de maderas duras y cobre y se prestaban al difícil transporte de los cueros, tan susceptibles a la humedad y a los insectos. En 1842, el bergantín “Caracas”, con su proa en forma de águila, fue contratado por el Gobierno de Venezuela y acompañó a la goleta del Gobierno “Constitución” y al barco francés “Circe” en su viaje a la ciudad de Santa Marta en Colombia, para custodiar el regreso de los restos del Libertador a Venezuela.

 

En la segunda mitad del siglo XIX la Red D Line incorpora a su flota los barcos a vapor, con los que logra prestar servicios con mayor velocidad, sobresaliendo ante las líneas holandesas, españolas y alemanas, y convirtiéndose, gracias a los contratos de correo con el gobierno de los Estados Unidos (Ocean Mail Act of 1890), en la única compañía de barcos de vapor que en esa época llegaba directo a Sur América a través del Ismo de Panamá. La operación de transporte de pasajeros, ofrecido como “cruceros de invierno” a 144 dólares, comenzó en la segunda década del siglo XIX, entre Nueva York, San Juan de Puerto Rico, La Guaira y Puerto Cabello, retornando a Nueva York vía Curazao y San Juan. Otras rutas incluirían Mayagüez, La Guaira, Curazao y Maracaibo.

 

Cuando a la Línea D Roja sucedió la bandera de la casa Grace en 1939, la antigua D era el más viejo emblema de la marina mercante norteamericana. Grace Line la adquirió en 1937, en ese momento desaparecía la Red D Line.

 

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